Se despertó a la medianoche, cuando oyó a su hijo, que tosía. Y mientras iba de su cuarto al del niño, se dio con que en la casa había humo. Con que no se podía respirar. Con que le ardía la nariz. Entonces abrió una ventana, y comprobó sus sospechas: afuera había fuego. Sin pensarlo dos veces, agarró el celular y buscó un contacto agendado como Mariano Campero. “Buenas noches, perdone la hora. Quiero que sepa que el basural está prendido”, escribió Eliana Defonsi. Y le envió el mensaje al intendente de Yerba Buena.
Los vecinos del loteo El Bernel volvieron a padecer, en la madrugada del jueves, las consecuencias de un incendio en el vaciadero que se encuentra frente a su barrio. Tras ese episodio, Eliana no pudo conciliar el sueño. En la cabeza le daba vueltas -cuenta ella- el recuerdo de un día en que Campero, cuando todavía era concejal, los visitó y les dijo que ese lugar debía cerrarse. “Siento que nos ha usado. Lo que ha prometido sobre el basural, no lo ha cumplido. Queremos que lo cierre. Por más que lo intente, jamás podrá controlarlo”, añade.
Esa noche, Eliana no fue la única que estuvo en vela. También en la casa de Griselda Palavecino acabaron despiertos. El olor y el humo -cuenta- se meten adentro de las habitaciones, por cualquier rendija. Al principio, uno no los percibe, porque está durmiendo. Pero luego se despierta con la garganta inflamada y con los ojos hinchados. “No quiero ser lapidaria con el intendente, porque no hay punto de comparación con el gobierno anterior. Pero debe entender que el basural tiene que desaparecer”, dice.
A la mañana siguiente, otros dos vecinos, Leonardo Natiello y Leandro Sánchez, tomaron fotografías de la columna de humo, que seguía encendida, y las enviaron a este diario. “Estamos hartos. Otra vez la misma historia. Es de nunca acabar. Campero nos prometió que iba a cerrarlo. Y lo sigue utilizando”, opinan.
La voz oficial
Ninguna otra ciudad genera la cantidad de basura verde (restos de poda) que Yerba Buena. Y eso requiere de un tratamiento especial. Hace falta una planta de compostaje. Pero eso lleva tiempo; no es sencillo. Con esos argumentos, entre otros, el secretario de Servicios Públicos y Ambiente, Hernán Macedo, procura explicar porqué el vaciadero continúa operativo. Enseguida asegura que, desde hace meses, se ha colocado una guardia en el acceso, que controla que ingresen, únicamente, camiones municipales, con pastos y ramas. Y desliza una sospecha: “creo que este incendio ha sido intencionado. Acá hay intereses. Muchas empresas privadas nos piden autorización para dejar basura. Pero le negamos el acceso a esos particulares”.
Otro funcionario, Joaquín Jabif -director de Servicios Públicos- opina que la situación en ese predio “ha mejorado muchísimo”, y que, debido a los controles municipales, es el primer incendio registrado desde que han asumido. Sus declaraciones se producen en el foco mismo del fuego, pues el diario lo halló ayer al mediodía, mientras supervisaba las tareas de extinción.
“El basural se cerrará. Hemos avanzado en cuanto a lo operativo. En un corto o mediano plazo, esto desaparecerá. Estamos evaluando varias alternativas, como trasladar a Overo Pozo los pastos”, agrega.
El basurero está localizado en la localidad de San José, cuadras adentro y al norte de la avenida Perón. Para llegar, hay que trepar por la calle Fanzolato. De un lado de esa senda, se suceden los barrios cerrados Altos de Las Cañas y Los Tipales. Por la otra acera, se ubican barriadas populares. Al final de la subida, se encuentra El Bernel.
El vaciadero es utilizado por la Municipalidad -desde hace una década, o más- como depósito de residuos verdes (de supuesto). No obstante, desde 2013 en adelante, en las ediciones de este diario se han publicado quejas de quienes viven en los alrededores. En una ocasión, los vecinos se reunieron con el otrora intendente Daniel Toledo, quien se comprometió a frenar el ingreso de basura domiciliaria -que se había vuelto corriente- y a prohibir la quema. Durante un tiempo, pudo cumplir su promesa. Sólo por un tiempo.
En febrero de 2015, incluso, cuando todavía estaba en el cargo, Toledo recibió un exhorto de la Defensoría del Pueblo, en el que se lo conminaba a que erradique el basural. “La Ley 7.883 prohíbe, en toda la provincia, el depósito de residuos en lugares que no se encuentran habilitados”, le decía el defensor de aquel entonces, Hugo Cabral.
Al año siguiente, en febrero de 2016, Cabral le envió una nota al sucesor en el cargo, Campero. En ese texto, le solicitaba que informe si era cierto que la Municipalidad seguía arrojando residuos verdes. “En caso de que su respuesta sea afirmativa, indique si cuenta con un estudio de impacto ambiental. Y remita las copias de ese apto”, le pedía Cabral.
Ante ello, Campero indicó que iba a cerrar el lugar de forma progresiva. Ocho meses han transcurrido. A los vecinos parece quedarles poca paciencia, a juzgar por sus dichos.